lunes, 26 de enero de 2009

Bloc de notas

Matices de algún color. Nube que escondió al dorado sol. Espeso calor que me despierta de improviso y no me deja volver a conciliar el sueño. Sábanas que quisiera compartir, besos sin destinatario. Días que pasan volando y yo que sigo acá.
Una mariposa se cruzó ante mis ojos y deseé poder hacerla mi amiga. Dejar caer una lágrima, purificar el alma.
Sacudir la cabeza, gritar y sonreír. Llenarme la boca de hielo para asesinar al calor.
Cuando te vea besaré tu camisa blanca con mis labios llenos de rouge rojo, dejándote así mi marca imborrable.
Y voy a dejarme caer de la cama, para que te dés cuenta de lo triste que es dormir sola y lo grande que es mi colchón.
Colores al gris cinco, pinceladas apagadas, reflejos de mi alma. Pensar constantemente que la vida es para compartirla, de a dos, y que estar solo no es bueno.
La cabeza me estalla, mi cuello te extraña, y asumo en silencio mi soledad. Pruebo y repruebo todos mis lápices labiales, me escribo la piel, lamo mi sangre. Cintas que vuelan sin cesar, burbujas que ascienden al cielo infinito y luego mueren.
Películas que no quiero ver, dibujos que jamás terminaré. Me arranco la piel y pienso en la noche que no te besé. Siento que todo el tiempo la muerte me acecha, mas si quisiera llevarme ahora sí que no habría problema.
Libros que quedaron en el olvido, incomprensibles latidos sin sentido. Ataques de histeria y llanto, mi ansiedad tiene forma y sabor de caramelo.
Garabatos estúpidos en el aire, mi amigo imaginario me reta y me abraza. Aquí no tengo un puente ni un río para arrojar piedras, quisiera llorar. Acaricio mi almohada, ella me escucha y soporta el peso de mis palabras.
El sueño me gana, el día no es nada, soñé que nadaba y me ahogaba, desperté sumergida en el agua de mis lágrimas.
Y me termino de convencer que no pretendo ser perfecta, pero sí anhelo ser la que anhela encontrar el que anhelo encontrar.

lunes, 19 de enero de 2009

Sensibilidad

Hace ya un par de días que me vengo sintiendo demasiado sensible.
Estoy segura de que en parte tiene que ver con ese período "exclusivamente femenino" que ya todos conocemos.
Hoy fue creo yo el día que culminó con este inusual estado. Sucede que la endemoniada tecnología (o al menos mi pc y mi celular) están en contra mio todo el tiempo. Y hoy no fue la excepción, lo cual mezclado por mi situación, todo desembarcó en unas fuertes ganas de llorar y "tirar todo a la mierda". Y en lugar de encerrarme en mi habitación, como lo vine haciendo ya ayer y antes de ayer, cambié de plan: me senté en el patio a quemarme mis piernas (bueno, fue un intento, mi insoportable piel blanca es tan dicífil de tomar color). Y cerré los ojos. Y traté de concentrarme, siguiendo el consejo que había leído en el libro de Erich Fromm "El arte de amar". Me tapé los oídos, porque mi hermana escuchaba música en el comedor tan fuerte que yo llegaba a oírla. En ese momento, ganas de gritar se adueñaron de mi. Pero no iba a hacerlo, porque una idea mejor se me cruzó por mi mente. Era una idea que ya tenía su tiempo, pero que nunca había dado el paso para consumarla. Y este momento creí que era el adecuado. Me levanté de la silla, busqué en la bolsa de zapatillas viejas y en desuso un par blanco de lona, mis favoritas. Las lavé, las dejé secar, y mientras busqué témperas de colores. Cuando ya el sol fuerte las habría secado, y luego de preparar el lugar donde llevaría a cabo mi nuevo plan, tomé el pincel como un asesino toma su arma, lo manché de color y comencé a atacar las zapatillas con toda la bronca que tenía encima, a modo de descarga. Fue una terapia fantástica, y como resultado, quedaron un par de zapatillas manchadas que para mi son como una obra de arte, a la que sin duda decidí llamar "Ataque de histeria".
Ya más calmada, compartí un rato con mi hermana, merendando, hasta que llegó mi mamá. Y por esas cosas raras de la vida, llamadas "conversaciones entre madre e hija", me enteré de algo curioso que era simplemente que había comprado detergente. Y ahí sí, se me volvió a prender la lamparita: BURBUJAS. Aaah, mi gran pasión. Como una niña pequeña fascinada por la magia de esas simples pompas de jabón, me senté nuevamente en el patio, y comencé a crearlas. Las veía ascender hacia el cielo azul, transpasar mis paredes e irse para las casas de los vecinos, y sentía un extraño orgullo, mientras recordaba cuando mi abuela me preparaba esa fabulosa poción de detergente y algo de agua en el jarrito rojo y yo corría por su patio feliz, burbujeando al aire. Y pensé que tanto había siempre deseado ser grande, ser mayor, para llegar a este día en el que ya hace más de una semana que cumplí 18 años y no siento nada especial, al contrario, creo que quiero volver a ser una nena. Por eso estos gustos que me doy, estos momentos para mí, esta sensibilidad que por momentos odio, pero que también disfruto, porque me doy cuenta de que he logrado conocerme interiormente.
Y antes de que mi familia piense que me había convertido en una completa desquiciada, al terminarse el detergente me levanté, descolgué la ropa (cosa que me habían pedido antes pero como estaba ocupada con mi amado "ritual", no hice caso), y volví al mundo cotidiano, la cena, y todo eso de siempre.

miércoles, 14 de enero de 2009

Las cosas que me hacen feliz

La música.
El arte.
Las cajitas musicales antiguas.
Las burbujas.
Los panaderos (o Dientes de león).
El algodón de azúcar.
Los caramelos.
El helado.
El jugo de manzana bien frío.
Los besos.
Los abrazos.
La ropa antigua.
Le Fabeleux Destine d'Amelie Poulain.
Las flores.
Las mariposas.
La espuma.
La lluvia (cuando se está bajo techo o con amigas).
Los rayos tibios del sol.
Las pelis románticas. El romanticismo.
Los lápices labiales.
Las amigas. Los amigos.
La familia.
Los recuerdos.
Las salidas en buena compañía.
Cantar.
Bailar.
Escribir.
Diseñar.
Crear.
Leer.
Amar (correspondidamente).

domingo, 11 de enero de 2009

Ellas y el viento

Sus pieles son anaranjadas y sus ansias de libertad son inmensas.
Aman dejarse llevar por la intensidad del viento.
Las observo a ambas, tan juntas, intentando volar, flotando sobre el invisible aire, moviéndose constantemente, casi sin cesar.
Las observo buscarse celosamente, entrelazándose como quien necesita urgentemente encontrar amor en el otro.
Están atadas pero disfrutan del correteo como si en el algún momento llegase a acabarse.
Se pelean y se reconcilian.
Se odian y se quieren.
Porque ellas saben que se mantendrán vivas mientras el viento sople.
Cuando él las abandone, volverán a la mortuosa inmovilidad, volverán a ser dos simples cintas.

martes, 6 de enero de 2009

Tiempo

Así como una canción pasa enseguida sin que nos demos cuenta casi, así se pasa el tiempo también.
Los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses, los años.
Ya llegamos al 2009. Mi vida está por llegar a los 18 años de antigüedad. Y me pregunto qué es lo que ha sucedido en este largo (para mi) tiempo en que he estado pisando este planeta (aún no tuve el placer de visitar algún otro). Me doy cuenta de que necesito aprovechar al máximo cada momento, no puedo desperdiciar nada, porque el reloj corre y nunca se detendrá, y me gustaría que mi historia esté escrita sin espacios vacíos; que en la sinfonía final de mi vida no haya partes inconclusas. Le haré la guerra al tiempo, él no me ganará, intentaré no dejar escapar ningún instante, porque si lo hago jamás lo podré recuperar. No quisiera sentarme una tarde futura a pensar en lo que hice a lo largo de mi vida, y darme cuenta de que tiré a la basura segundos sin usar, minutos vírgenes, horas intactas, como nuevas, en las que tal vez ni siquiera hice uso de mis ojos ni de ningún músculo; segundos, minutos, horas, en que quizás no existí, inservibles páginas en blanco, momentos que viví haciendo nada, mirando el cielorraso, o algo similar.

Reflexiono, pienso en todo esto, y llego a la conclusión de que odio al tiempo. Me aterra un poco su velocidad. Me dan miedo sus posibles consecuencias. El destino, todo me atemoriza, me desespera, si me pongo a pensar más profundamente.
¿Hay algún remedio a esta situación? Yo no lo encuentro. Ni tampoco creo que exista. Por ahora me conformaré con enfrentarlo, sí, a él, al tiempo.

viernes, 2 de enero de 2009

Mi universo azul

Mi habitación de paredes blancas se vuelve azul. El ambiente se torna mágico. Cierro mis ojos y escucho la música. Una voz suave llega a mis oídos. Una dulce brisa me deleita. Disfruto plenamente del instante.
Abro los ojos y vuelvo a mirar las paredes azuladas. Y recuerdo que ese maravilloso momento no hubiera podido existir si la pantalla de mi televisor no estuviera mostrando el fondo celeste del reproductor del dvd, haciendo sonar el disco Friendly Fire de Sean Lennon y el ventilador no estuviera funcionando, en la oscuridad de mi cuarto, a las 9:30 de la noche.