Mi habitación de paredes blancas se vuelve azul. El ambiente se torna mágico. Cierro mis ojos y escucho la música. Una voz suave llega a mis oídos. Una dulce brisa me deleita. Disfruto plenamente del instante.
Abro los ojos y vuelvo a mirar las paredes azuladas. Y recuerdo que ese maravilloso momento no hubiera podido existir si la pantalla de mi televisor no estuviera mostrando el fondo celeste del reproductor del dvd, haciendo sonar el disco Friendly Fire de Sean Lennon y el ventilador no estuviera funcionando, en la oscuridad de mi cuarto, a las 9:30 de la noche.
viernes, 2 de enero de 2009
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