martes, 31 de marzo de 2009

Bloc de notas II

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Lluvia súbita de agujas envenenadas, lluvia torrencial de dudas maltrechas.

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Se levantó una mañana y dijo "ya no"; se acostó una noche y no quizo más.

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Hombres, cuándo no marcando cruelmente los peores defectos de las mujeres...

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Le robaron el corazón y hasta que no se lo devuelvan no va a sentirse mejor.

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No quiero absorberte ni deseo ahogarte, pero cada vez que nos alejamos vos te llevás mi alma y es imposible no sentirme vacía cada minuto. Y sé que no creés en las almas pero vos la mía te la robás, mientras mi cabeza se desangra pensando cómo poder vivir sin ella antes de volver a recuperarla.

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Se volvió extrañamente un enemigo sentimental.


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Yo no te buscaba, vos me encontraste a mi.

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Suena tu nombre y las flores florecen.

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Nos conocemos de otra vida.

sábado, 7 de marzo de 2009

Los viernes

Los viernes siento que tu casa es mi casa.
Los viernes vamos juntos al supermercado y nos veo a nosotros mismos como a una pareja casada haciendo las compras.
Los viernes se llenan de música a todo volumen, y cantamos a los gritos, e intercambiamos bandas favoritas.
Los viernes son el día más esperado de la semana, porque pasamos el mayor tiempo posible juntos, ya sea cocinando, viendo videos, o charlando.
Los viernes nos miramos a los ojos durante un tiempo que no es tiempo sino es eternidad y las palabras no hacen falta.
Los viernes nuestros labios se encuentran y ya nada más importa, las horas ni el mundo los interrumpen.
Los viernes el amor nos atropella violentamente, nos transforma, nos hace crecer, nos inunda; el amor florece y nos recorre la piel, de la cabeza a los pies.
Los viernes dejamos de ser Sebastián y Antonela para ser una sóla persona.
Los viernes me llevás a casa a la noche y cuando bajo del remis siento una sensación extraña que acrecienta a medida que entro a mi casa y me acuesto y me levanto al otro día, una sensación que descubro que no es más que el extrañarte, el sentirme vacía, el sentirme sin mi otra mitad, esa mitad que tanto me complementa y me hace feliz.

martes, 24 de febrero de 2009

Veinticuatro

Veinticuatro, sí, como hoy. Pero veinticuatro de enero. Hace un mes exactamente.
Un mes, ¿qué es un mes? ¿Treinta y un días, quizás?
Sí, treinta y un días pasaron desde aquél sábado. Recuerdo que de la nada me hablaste vía Facebook para preguntarme si de casualidad yo iba a comprar a Plaza Vea. "Uff, otra vez éste colgado", pensé, porque días antes me habías dicho, también de la nada y mediante FB, que Adrián Dárgelos NO era lindo (ya que habías visto que yo me había unido a un "grupo" que se refería justamente a todo lo contrario). Pero cuando coincidimos en que ambos éramos de Lanús, la charla se tornó amigable. Y luego te pedí tu msn, y la seguimos por ahí, hablando de bandas y gustos en común. Y así hasta las 3 de la tarde, en que me tuve que ir. Vos no lo sabés, pero yo ese día quedé muy contenta por haber conocido a alguien de mi misma ciudad con quién poder conversar de las mismas cosas. Al otro día, charlamos a la noche, nos conocimos más. Y el martes veintisiete nos encontramos por primera vez, yo tenía miedo, ya que no es muy seguro el encontrarse con una persona que conociste hacía tres días y vía internet, pero, mientras el miedo llenaba mi mente, vos saliste de La Diva a encontrarme, y me invitaste a pasar, ya que habías pensado que la cita era allí y no en la puerta, como realmente había sido mi idea. Y yo no te acepté nada para tomar, no quería hacerte gastar. Y reímos tanto, fueron una hora y diez minutos que me bastaron para encariñarme con vos, era todo demasiado ideal, pero ahí estabas, con tu remera verde y la camisa celeste encima. El jueves veintinueve nos volvimos a ver, te llevé a pasear por la 9 de Julio de Lanús, ya que no hace mucho que vivís acá y conocés poco. Recuerdo cuando estábamos en la placita y 15 minutos antes de irte me abrazaste y yo me puse nerviosa y me quisiste besar y yo, roja de la vergüenza y sin saber qué hacer, te corrí la cara, cosa de la que luego me lamenté furiosamente. Y te pedí, esa noche, que fuéramos mas despacio, sólo porque soy bastante lenta en estos asuntos. Y el lunes siguiente, el dos de febrero, me acompañaste a sacar mi desgraciado C.U.I.T. al Ansés, y eso fue algo que nunca sabré cómo agradecerte, porque te pasaste toda la mañana conmigo, y la inundaste de alegría, de risas, de tantas cosas; cuando salimos fuimos al Mc Donalds, porque ya era tarde para comer medialunas, y hablamos de temas que aún no habíamos tocado. El seis fue viernes, y los viernes son tus días libres, y lo pasamos juntos, ya que el anterior no habíamos podido vernos. Fuimos a Plaza Italia, con la ilusión de lograr reecontrarte con los libros que en el pasado habías tenido que vender, y luego, al Jardín Botánico. Y allí surgió la magia. Un beso, un abrazo, una palabra, envuelta en miles, todo eso nos dio a entender que ya no había amistad, había algo más entre nosotros. ESTÁBAMOS ENAMORADOS, SIN DUDA. Y el siete, el sábado siete, un encuentro a último momento, cuando te presenté a mi otra alma gemela y a su mamá, y nos acompañaste a las tres hasta Belgrano, cuando ya era la medianoche. Y el lunes nueve, cuando te presenté a mi hermanito, quien quedó encantado con vos. Y el viernes trece, doce horas y media a tu lado, primero consultorio del dentista, luego Jardín Botánico otra vez (es nuestro lugar), después tu casa, tu papá, tu hermano, tus amigos, el asado, el postre, el Bar Fangulo y los Vaqueros Paganos, el remis. El martes diecisiete y tu casa por la mañana, Banfield y la audiometría al mediodía, vos y yo en el nivel 3. Viernes veinte, Iser, Avenida santa Fe, la lluvia impiadosa, tu casa, toda la tarde juntos, vos y yo en el nivel 4. Lunes veintitrés, 10 am, tu casa, nuestra boda, tu perra como testigo, como padrinos el Sr. Facebook y el Sr. Messenger, la mañana de bodas, Lisandro Aristimuño y luego The Rascals de fondo, el vals de Al Bowly, nuestro almuerzo. La camisa celeste.
VOS.
Increíble.
¿Qué hubiera sido febrero sin vos?
Tan poco hace que nos conocemos, TAN PERO TAN POCO, y lo que sentimos, lo que llegamos a cultivar en estos treinta y un días, es inmenso.
Vos me das ganas de vivir, cada vez que huelo tu perfume en mi piel, sonrío, soy feliz.

Te agradezco por todo, por todo, sos más de lo que alguna vez mereceré.
TE AMO.

jueves, 12 de febrero de 2009

Mère...

... ¿Por qué ya no sos la misma que eras hace 6, 5, 4, 3, 2 años?
¿Por qué pareciera que ya no te importo?
¿Por qué pareciera que ya no me conocés, me acusás de cosas que yo sería incapaz de hacer?
¿Por qué te empeñás en hacerme la vida imposible?
¿Por qué estoy segura de que ya no me querés?
¿Por qué me amargás la existencia?
¿Por qué me hacés sentir una basura?
¿Por qué me quitás las ganas de vivir?

Yo no te odio.
Pero estoy cansada de esta situación.
Me apena que hayamos llegado a este punto en que la relación se tornó demasiado complicada.
No tengo ganas de hacer nada.
Quiero irme lejos tuyo pero dudo que pueda.
Necesito estar sola.
En este momento siento que nadie me entiende, hasta quizás ni siquiera yo me entiendo.
Terminás apagándome las ganas de hacer cosas.
Este lugar se conviertió en mi vacío interior, el lugar del que quisiera escapar, ya no me siento cómoda, todos parecen extraños para mi.
Se acabó.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Balanza

Cuando dejo de usar la pc a las 2 pm, pienso que al quedarme en casa mi tarde será aburrida. Pero por suerte, siempre encuentro algo interesante para hacer.
La de hoy, escuchando The Cure una y otra vez, cosiendo, y pensando. Pensando en lo que me está sucediendo. Mi balanza casi nunca se inclina totalmente hacia alguno de sus lados, sino que se mantiene en extraño equilibrio. Por un lado, las responsabilidades que de repente me golpean algo violentamente, llegan a agobiarme, y mi familia que me empuja a andar, como quien es subido por primera vez a una bicicleta sin las rueditas de auxilio. Toda esta situación no hace más que provocarme desesperación y más de un dolor de cabeza.
Y mientras trato de encontrar las diferencias de los comienzos de "In between days" y "Just like heaven", dos temas que me confundo constantemente porque a mis oídos suenan demasiado similares, pienso en el otro lado de la balanza. Y la fabulosa guitarra, junto con la maravillosa voz de Robert, me acompañan al evocar tan alegre recuerdo: ELLOS DOS. A ELLA la conozco hace ya un año, más de 365 días me hicieron descubrir que verdaderamente existen las almas gemelas, existe alguien cuya esencia está confeccionada con los mismos hilos con la que está hecha la de uno... Y ÉL, él, que apareció sin que yo lo esperara (o más bien, tal vez sí lo esperaba, ¿será él el Nino Quincampoix del que tanto anhelé su llegada?); él, al que hace tan poco que conozco, pero lo cual no me impidió que lo llegara a querer inmensamente; una persona tan especial, fantástica, que se merece mucho más del cariño que le doy, una persona con la que me siento como nunca cada vez que estoy en su compañía. Ellos dos, a quienes me atrevo y me arriesgo a llamar ALMAS GEMELAS, ellos, quienes me hacen descubrir el otro lado de las cosas, el lado fantástico de los momentos compartidos, de la vida cotidiana, de las cosas que nos gustan (porque, por si fuera poco, tengo tantas cosas en común con ambos).
Y creo que sin una parte de la balanza, no tendría sentido la otra. Porque Dulcinea y Sebastián son mi mayor apoyo frente al difícil cambio que estoy transitando. Y se los agradezco muchísimo, todo el tiempo pienso en qué sería yo sin ellos. Por eso siento mi alma tan aliviada, por eso no me siento sola, porque sé que ellos están, y yo estaré cuando ellos me necesiten. Suena "Friday i'm in love" y sonrío como nunca; en mi mente se me cruza la pregunta "¿qué haré este viernes?"). Mientras ellos estén, yo soy feliz.
Vuelvo a lo que estaba haciendo, a seguir cosiendo. Y a poner de vuelta el Greatest Hits, al que me volví adicta.

lunes, 26 de enero de 2009

Bloc de notas

Matices de algún color. Nube que escondió al dorado sol. Espeso calor que me despierta de improviso y no me deja volver a conciliar el sueño. Sábanas que quisiera compartir, besos sin destinatario. Días que pasan volando y yo que sigo acá.
Una mariposa se cruzó ante mis ojos y deseé poder hacerla mi amiga. Dejar caer una lágrima, purificar el alma.
Sacudir la cabeza, gritar y sonreír. Llenarme la boca de hielo para asesinar al calor.
Cuando te vea besaré tu camisa blanca con mis labios llenos de rouge rojo, dejándote así mi marca imborrable.
Y voy a dejarme caer de la cama, para que te dés cuenta de lo triste que es dormir sola y lo grande que es mi colchón.
Colores al gris cinco, pinceladas apagadas, reflejos de mi alma. Pensar constantemente que la vida es para compartirla, de a dos, y que estar solo no es bueno.
La cabeza me estalla, mi cuello te extraña, y asumo en silencio mi soledad. Pruebo y repruebo todos mis lápices labiales, me escribo la piel, lamo mi sangre. Cintas que vuelan sin cesar, burbujas que ascienden al cielo infinito y luego mueren.
Películas que no quiero ver, dibujos que jamás terminaré. Me arranco la piel y pienso en la noche que no te besé. Siento que todo el tiempo la muerte me acecha, mas si quisiera llevarme ahora sí que no habría problema.
Libros que quedaron en el olvido, incomprensibles latidos sin sentido. Ataques de histeria y llanto, mi ansiedad tiene forma y sabor de caramelo.
Garabatos estúpidos en el aire, mi amigo imaginario me reta y me abraza. Aquí no tengo un puente ni un río para arrojar piedras, quisiera llorar. Acaricio mi almohada, ella me escucha y soporta el peso de mis palabras.
El sueño me gana, el día no es nada, soñé que nadaba y me ahogaba, desperté sumergida en el agua de mis lágrimas.
Y me termino de convencer que no pretendo ser perfecta, pero sí anhelo ser la que anhela encontrar el que anhelo encontrar.

lunes, 19 de enero de 2009

Sensibilidad

Hace ya un par de días que me vengo sintiendo demasiado sensible.
Estoy segura de que en parte tiene que ver con ese período "exclusivamente femenino" que ya todos conocemos.
Hoy fue creo yo el día que culminó con este inusual estado. Sucede que la endemoniada tecnología (o al menos mi pc y mi celular) están en contra mio todo el tiempo. Y hoy no fue la excepción, lo cual mezclado por mi situación, todo desembarcó en unas fuertes ganas de llorar y "tirar todo a la mierda". Y en lugar de encerrarme en mi habitación, como lo vine haciendo ya ayer y antes de ayer, cambié de plan: me senté en el patio a quemarme mis piernas (bueno, fue un intento, mi insoportable piel blanca es tan dicífil de tomar color). Y cerré los ojos. Y traté de concentrarme, siguiendo el consejo que había leído en el libro de Erich Fromm "El arte de amar". Me tapé los oídos, porque mi hermana escuchaba música en el comedor tan fuerte que yo llegaba a oírla. En ese momento, ganas de gritar se adueñaron de mi. Pero no iba a hacerlo, porque una idea mejor se me cruzó por mi mente. Era una idea que ya tenía su tiempo, pero que nunca había dado el paso para consumarla. Y este momento creí que era el adecuado. Me levanté de la silla, busqué en la bolsa de zapatillas viejas y en desuso un par blanco de lona, mis favoritas. Las lavé, las dejé secar, y mientras busqué témperas de colores. Cuando ya el sol fuerte las habría secado, y luego de preparar el lugar donde llevaría a cabo mi nuevo plan, tomé el pincel como un asesino toma su arma, lo manché de color y comencé a atacar las zapatillas con toda la bronca que tenía encima, a modo de descarga. Fue una terapia fantástica, y como resultado, quedaron un par de zapatillas manchadas que para mi son como una obra de arte, a la que sin duda decidí llamar "Ataque de histeria".
Ya más calmada, compartí un rato con mi hermana, merendando, hasta que llegó mi mamá. Y por esas cosas raras de la vida, llamadas "conversaciones entre madre e hija", me enteré de algo curioso que era simplemente que había comprado detergente. Y ahí sí, se me volvió a prender la lamparita: BURBUJAS. Aaah, mi gran pasión. Como una niña pequeña fascinada por la magia de esas simples pompas de jabón, me senté nuevamente en el patio, y comencé a crearlas. Las veía ascender hacia el cielo azul, transpasar mis paredes e irse para las casas de los vecinos, y sentía un extraño orgullo, mientras recordaba cuando mi abuela me preparaba esa fabulosa poción de detergente y algo de agua en el jarrito rojo y yo corría por su patio feliz, burbujeando al aire. Y pensé que tanto había siempre deseado ser grande, ser mayor, para llegar a este día en el que ya hace más de una semana que cumplí 18 años y no siento nada especial, al contrario, creo que quiero volver a ser una nena. Por eso estos gustos que me doy, estos momentos para mí, esta sensibilidad que por momentos odio, pero que también disfruto, porque me doy cuenta de que he logrado conocerme interiormente.
Y antes de que mi familia piense que me había convertido en una completa desquiciada, al terminarse el detergente me levanté, descolgué la ropa (cosa que me habían pedido antes pero como estaba ocupada con mi amado "ritual", no hice caso), y volví al mundo cotidiano, la cena, y todo eso de siempre.

miércoles, 14 de enero de 2009

Las cosas que me hacen feliz

La música.
El arte.
Las cajitas musicales antiguas.
Las burbujas.
Los panaderos (o Dientes de león).
El algodón de azúcar.
Los caramelos.
El helado.
El jugo de manzana bien frío.
Los besos.
Los abrazos.
La ropa antigua.
Le Fabeleux Destine d'Amelie Poulain.
Las flores.
Las mariposas.
La espuma.
La lluvia (cuando se está bajo techo o con amigas).
Los rayos tibios del sol.
Las pelis románticas. El romanticismo.
Los lápices labiales.
Las amigas. Los amigos.
La familia.
Los recuerdos.
Las salidas en buena compañía.
Cantar.
Bailar.
Escribir.
Diseñar.
Crear.
Leer.
Amar (correspondidamente).

domingo, 11 de enero de 2009

Ellas y el viento

Sus pieles son anaranjadas y sus ansias de libertad son inmensas.
Aman dejarse llevar por la intensidad del viento.
Las observo a ambas, tan juntas, intentando volar, flotando sobre el invisible aire, moviéndose constantemente, casi sin cesar.
Las observo buscarse celosamente, entrelazándose como quien necesita urgentemente encontrar amor en el otro.
Están atadas pero disfrutan del correteo como si en el algún momento llegase a acabarse.
Se pelean y se reconcilian.
Se odian y se quieren.
Porque ellas saben que se mantendrán vivas mientras el viento sople.
Cuando él las abandone, volverán a la mortuosa inmovilidad, volverán a ser dos simples cintas.

martes, 6 de enero de 2009

Tiempo

Así como una canción pasa enseguida sin que nos demos cuenta casi, así se pasa el tiempo también.
Los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses, los años.
Ya llegamos al 2009. Mi vida está por llegar a los 18 años de antigüedad. Y me pregunto qué es lo que ha sucedido en este largo (para mi) tiempo en que he estado pisando este planeta (aún no tuve el placer de visitar algún otro). Me doy cuenta de que necesito aprovechar al máximo cada momento, no puedo desperdiciar nada, porque el reloj corre y nunca se detendrá, y me gustaría que mi historia esté escrita sin espacios vacíos; que en la sinfonía final de mi vida no haya partes inconclusas. Le haré la guerra al tiempo, él no me ganará, intentaré no dejar escapar ningún instante, porque si lo hago jamás lo podré recuperar. No quisiera sentarme una tarde futura a pensar en lo que hice a lo largo de mi vida, y darme cuenta de que tiré a la basura segundos sin usar, minutos vírgenes, horas intactas, como nuevas, en las que tal vez ni siquiera hice uso de mis ojos ni de ningún músculo; segundos, minutos, horas, en que quizás no existí, inservibles páginas en blanco, momentos que viví haciendo nada, mirando el cielorraso, o algo similar.

Reflexiono, pienso en todo esto, y llego a la conclusión de que odio al tiempo. Me aterra un poco su velocidad. Me dan miedo sus posibles consecuencias. El destino, todo me atemoriza, me desespera, si me pongo a pensar más profundamente.
¿Hay algún remedio a esta situación? Yo no lo encuentro. Ni tampoco creo que exista. Por ahora me conformaré con enfrentarlo, sí, a él, al tiempo.

viernes, 2 de enero de 2009

Mi universo azul

Mi habitación de paredes blancas se vuelve azul. El ambiente se torna mágico. Cierro mis ojos y escucho la música. Una voz suave llega a mis oídos. Una dulce brisa me deleita. Disfruto plenamente del instante.
Abro los ojos y vuelvo a mirar las paredes azuladas. Y recuerdo que ese maravilloso momento no hubiera podido existir si la pantalla de mi televisor no estuviera mostrando el fondo celeste del reproductor del dvd, haciendo sonar el disco Friendly Fire de Sean Lennon y el ventilador no estuviera funcionando, en la oscuridad de mi cuarto, a las 9:30 de la noche.